Feliz
día del trabajador para todos aquellos descendientes de alemanes del Volga que,
como nuestros ancestros trabajaron, trabajan, día tras día, para llevar el pan
a casa y alimentar a su familia, para hacer grande este país, para un futuro
mejor para sus hijos y para llevar su ofrenda a la mesa de Dios, en el momento
de la Eucaristía.
DÍA
INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES
Se celebra
el Día Internacional de los Trabajadores en todo el mundo, en homenaje a todos
los hombres y mujeres que cumplen con una esencial norma de vida, con anónimo
esfuerzo, en las distintas actividades, logrando con su labor cotidiana,
fortalecer el espíritu, forjar el carácter, y sentirse digno ante la familia y
la sociedad en la que se inserta.
El
"ganarse el sustento" otorga a la vez al individuo, Derechos y
Obligaciones.
En la
segunda mitad del Siglo XIX, con el rápido avance industrial, creció mucho la
masa trabajadora de hombres y mujeres. El gran desarrollo del proletariado
originó que se produjera el abuso de los capitales en detrimento de los
salarios obreros, lo que produjo enfrentamientos, agitaciones y luchas entre
ambos sectores.
Los trabajadores
lograron agruparse en sindicatos para defender sus derechos y lograr mejoras en
su labor.
En noviembre
de 1884 se celebró en Chicago el IV Congreso de la American Federation of
Labor.
En dicho
Congreso se propuso que a partir del 1º de mayo de 1886 se obligara al sector
patronal estadounidense a respetar la jornada de ocho horas, y si no, se iría a
la huelga, con mítines y concentraciones obreras.
Gracias a la
incansable lucha del trabajador mecánico Ira Steward, en 1886, el Presidente de
los Estados Unidos Andrew Johnson había promulgado la llanada Ley Ingersoll,
estableciendo las 8 horas de trabajo diarias.
Pero esta
Ley no se cumplió, por lo que las organizaciones laborales y sindicales de USA
comenzaron a luchar por su cumplimiento.
El 1º de mayo
de 1886, los obreros unidos exclamaban: "A partir de hoy, sólo ocho horas
diarias; ni una más". Con la negativa de la patronal, los obreros,
(350.000 trabajadores), organizados, paralizaron el país productivo, con más de
cinco mil huelgas.
El resultado
fue exitoso para la masa obrera en todos lados, menos en Chicago.
El Chicago
Tribune, según detallan las crónicas, publicó: «El plomo es la mejor
alimentación de los huelguistas», y pedía para éstos prisión y trabajos
forzados como «l única solución posible a la cuestión social».
Los
enfrentamientos de los trabajadores de la fábrica McCormik llevaban más de dos
meses de agitaciones, con los patrones y rompehuelgas contratados para tales
efectos.
El 1º de
mayo de 1886 el choque fue violento. Al día siguiente intervino la policía para
dispersar a más de 50.000 manifestantes. El 4 de mayo se congregaron los
obreros frente a la McCormik.
Fue
rechazada la manifestación y hubo 6 muertos y numerosos heridos.
Se realizó
un mitin en la Plaza Haymarket, donde los más destacados dirigentes sindicales
harían uso de la palabra. En pleno acto, la policía recibió órdenes de
dispersar a los asistentes. Una bomba estalló cerca de las fuerzas policiales,
con un saldo de seis policías muertos, lo que provocó una reacción mayor de las
fuerzas policiales que atacaron despiadadamente con un resultado de 38 muertos
y 115 heridos.
Condenados
algunos dirigentes a muerte el 20 de agosto, fueron ahorcados el 11 de
noviembre de 1886. (1)
Después de
realizarse el Congreso Internacional de Trabajadores en julio de 1889 en París,
fijaron el día 1º de mayo como día de ratificación de los derechos de los
trabajadores y de reclamos contra las arbitrariedades sociales.
Al año
siguiente, en 1890, quince naciones reunidas en Berlín, realizaron el
tratamiento de la intervención del Estado en lo relacionado a las tareas
laborales. Así nació la idea y la necesidad de crear un organismo internacional
que velara por los Derechos y Deberes emanados del trabajo, así como informar y
asesorar.
Así nació la
Oficina Internacional del Trabajo, que más adelante se transformó en OIT
(Organización Internacional del Trabajo), con residencia en Ginebra, bajo el
control de las Naciones Unidas.
(1) El 9 de octubre de 1886, la Suprema
Corte de Justicia de Estados Unidos dictaminó que siete de los acusados fueran
condenados a muerte en la horca. Ellos eran: Albert Parson,
August Spies, Samuel Fielden, Michael Schawab, Adolph Fisher, Louis Lingg y
George Engel.
Oscar Neebe,
fue condenado a 15 años de prisión. Más adelante, a dos de los condenados a la
horca, Fielden y Schawab, le conmutaron esta pena por prisión perpetua.
El 11 de noviembre de 1887 fue la fecha de la ejecución de los mártires de
Chicago.
“Llegará
la hora en que nuestro silencio será mucho más elocuente que las voces que
ustedes estrangulan hoy. Este es el momento más feliz de mi vida.” Últimas
palabras de Spies.