El 29 de junio pero de 1764 se produce
uno de los acontecimientos más trascendentes en la epopeya emigratoria
desarrollada por nuestros ancestros: se funda Dobrinka, la primera aldea
erigida a orillas del río Volga por los colonizadores alemanes que dejaron su
tierra natal para seguir las promesas escritas en el Manifiesto lanzado un año
antes por la zarina Catalina II “La grande”. Fue el inicio de una colonización
que marcó y modificó el destino de varias generaciones de familias. Una historia
que se redactó teniendo como premisas la resistencia y la fuerza de voluntad de
un pueblo, su vocación de trabajo, sus convicciones, su fe en Dios y en sí
mismo y su tesón de salir adelante enfrentando todas las dificultades y todos
los contratiempos. Fundando aldeas, construyendo iglesias, levantando escuelas,
forjando una sociedad y una cultura y sembrando trigo y haciendo surgir un
vergel donde solamente había estepa y desolación.
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